Viajes: Improvisar vs planear
Existen dos tipos de personas: las que planean al milímetro cada detalle de su viaje, y las que dejan todo al azar, la sorpresa y la improvisación. ¿Cual es mejor? Ese es propósito de este post averiguarlo analizando cada opción por separado.
Planificación del viaje:
Llevas meses con los billetes comprados, los precios han sido los más económicos debido a la antelación de la reserva y sabes que todo está atado: el coche que te va a buscar al aeropuerto, lo que visitarás cada día, y el hotel en el que pasarás cada noche. No hay hueco para el error, son unas vacaciones perfectas según tu planificación, no te quedarás sin ver un monumento porque ese día cierre, ni perderás el tiempo viajando de una punta a otra de la ciudad. Llevas los mapas, las lineas de autobús, las distancias entre los lugares de interés y los mejores restaurantes para comer.
Pero aún así, tu plan puede no ser perfecto, no podemos planificar un corte en la linea del metro, un restaurante cerrado pro obras, o el descubrimiento accidental de un nuevo lugar de interés. Y si topamos por casualidad con una playa paradisíaca: ¿vamos a dejar de visitarla porque no esté en el plan?
Viaje improvisado:
Los billetes y hoteles a última hora pueden ser mucho más caros o mucho más baratos, eso es cuestión de suerte y de la demanda turística. No estamos atados a un plan, podemos dejarnos llevar por el viento de un lugar a otro dependiendo de lo que nos apetezca: hoy aquí y mañana allá. Podemos descubrir nuestro destino de una forma natural, disfrutando de lo que encontramos a nuestro paso y de lo que nos apetezca cada día: si un día prefieres tumbarte a tomar el sol para relajarte no hay ningún plan que te obligue a ir a visitar el museo más famoso de la ciudad. ¡¡Eres completamente libre!!
Pero tanta libertad a veces te puede llevar a tomar decisiones erróneas, olvidarte de ver el Big Ben o la Torre Eiffel porque lo has ido dejando para el final y no te ha dado tiempo, elegir un mal restaurante, no encontrar alojamiento para una noche y, en definitiva, convertir unas estupendas vacaciones en una pesadilla.
Desde aquí concluimos que no hay una única opción correcta, el acierto, como siempre, está en el equilibrio entre la improvisación y la planificación del viaje.